|04/02/18 10:37 AM

Ajuste, achique o precarización

05 de febrero, 2018 - 07:09

En cualquiera de los tres casos, el ciudadano argentino inició otro año que pinta más complejo aún que el anterior. Un tiempo donde la fuerte arremetida de aumentos en servicios básicos y de salud dejan más que claro que la tan mentada bonanza del 2018, por lo menos en sus inicios, está en abierta ausencia. Con el agravante que, en los objetivos económicos y financieros del Gobierno para bajar a como dé lugar el proceso inflacionario, el camino es el gradual aumento de tarifas. Entonces, acompasados por "San Inflación", caen como cruel catarata aumentos en el transporte, en prepagas y obras sociales, alimentos, energía eléctrica, telefonía, gas e impuestos de todo orden y procedencia.

Al complejo panorama del escenario de la vida de la gente tiene otro aditivo que muy pocos ven, aunque todos lo sufren. El Gobierno lo sabe y lo conoce. Es el inadmisible canibalismo que manifiesta descaradamente un grueso del sector privado, sobre todo el ligado al rubro alimenticio. Allí la remarcación se lleva el desvelo del empresariado que una vez más saca esa actitud histórica de la especulación como herramienta imprescindible para no perder. Porque de eso se trata, no perder. Aunque el país se caiga con sus ciudadanos, ellos, los empresarios, no perderán.

En este escenario, los aumentos en los combustibles se han trasformado en moneda corriente, a punto tal que el ciudadano inconscientemente los espera. Corre el mismo destino lo que suceda con los servicios de agua, luz y gas. La ausencia de colas de vehículos en estaciones de servicio y la escasa protesta en cada factura que llega con incremento a los domicilios, es una penosa demostración que la gente tira la toalla de la lucha por sus derechos.

Hoy por hoy los servicios públicos impagables dejan traslucir también serias deficiencias. Algo parecido a lo que ocurre con los servicios de telefonía móvil y fija. Esta última tiene en la mira generalizada del país a Telefónica. Un pésimo servicio en llamadas e internet que avasalla a los usuarios con incumplimientos y cobros excesivos, no pactados y denunciados por muchas personas que se sienten indefensas por organismos de contralor que solo muestran que la empresa multinacional hace lo que se le da la gana en el país.

En la Argentina de hoy todo tiene su aumento. Todo, menos el digno salario y el bienestar de la gente. La misma que con mucha impotencia ve que se organizan marchas para abroquelarse y defender a dirigentes gremiales que hoy la justicia investiga por enriquecimiento ilícito. La misma gente que nota cómo lentamente se acerca a ese doloroso lote de 14 millones de connacionales destrozados por la pobreza.

Es inconcebible que el ciudadano hoy tenga que desprenderse de todo aquello que le costó obtener, Que no pueda anhelar un vivir mejor. Que a sus hijos se les niegue ser parte de un proyecto de vida superador. Un ciudadano que es obligado a tomar caminos de absoluto achicamiento. Su bienestar de vida no puede ser la variable de ajuste para torcer el brazo de un proceso inflacionario del que él no es responsable. Cuestión que  también en él produce sangría en sus magros salarios y en la precarización en una canasta de alimentos, que hace mucho tiempo dejó de ser básica.

El ciudadano comenzó el año transitando un camino con anuncios que solo lo llevan a sentir con rigor inmerecidas acciones. Algo que preocupa y mucho. Sobre todo, porque están perdidos en la memoria de la gente incremento, crecimiento y bienestar. Puntos que el gobierno debería tener en cuenta a la hora de pensar que el país lo hacen millones de ciudadanos a los cuales hoy solo se los somete ajuste, achique y precarización.

Daniel Gallardo – Periodista de Medios del Grupo Cooperativa